miércoles, 21 de abril de 2010

La resinación y los resineros de Hontoria

Las antiguas fábricas de resinas, y los resineros.
 

 
 España está considerada como pionera en el establecimiento de industrias resineras que utilizaron, inicialmente, el sistema de resinación a muerte y la destilación dentro de alambiques primitivos. Y a Burgos, en concreto a Hontoria del Pinar, le cabe el honor de haber sido el lugar en el que, en 1.848, se instaló la primera fábrica de esas características. Hemos tenido la fortuna de dar con un desvencijado libro francés del primer cuarto de este siglo, sin autor y sin pié de imprenta, en el que se afirma lo dicho anteriormente. En el capítulo IV de este tratado de resinas que se refiere a la trementina en España, puede leerse: << Dado las numerosas dificultades que impidieron el desarrollo de esta destilería y de otras; malas comunicaciones, hostilidad de los habitantes, resistencia oficial al procedimiento empleado, provocaron su desaparición >>.
 
 SANGRE DEL PINO
 
  De los resineros a la colofonia y el aguarrás, pasando por el alambique
 
  Un término conocido en Hontoria como La Fábrica, situado a unos dos kilómetros de esta población en dirección a Palacios de la Sierra, recuerda la existencia de esta destilería resinera de la cual ya no queda nada. Sólo en la Fuente de la Camarera, a las afueras de Hontoria, existe un gran recipiente acampanado de hierro que hace de pilón. Los vecinos aseguran que perteneció a la fábrica antigua y que en él se calentaba la resina a fuego directo. Con toda probabilidad, esta vieja factoría deba ser la << gran fábrica de materias resinosas >> que cita Madoz en su famoso Diccionario Geográfico.
 
 Pronto las industrias con sensibles cambios en el método, se extendieron por las regiones resineras de España, creándose nuevas fábricas. Hacia 1.879 un tratado comercial entre Francia y España << causó en parte la ruina de las empresas españolas >> que vieron cómo sus precios no eran tan competitivos como los franceses debido a << la dificultad e insuficiencia de los transportes en las regiones resineras >>. Esta situación dio motivo para que se creara en nuestro país << La Unión de Fabricantes de la Industria Resinera >>, germen de lo que mas tarde sería La Unión Resinera Española, localizándose las de Burgos en Aranda de Duero y Oña.
 
 El resto, otras 33 fábricas, estuvieron situadas la gran mayoría en la provincia de Segovia y eran industrias particulares a las que La Unión, según Edmundo de Miguel, << puso todo tipo de trabas, para que fracasaran. Sólo desde 1.962, fecha en que cerraron las fábricas de La Unión, comenzó la libertad para trabajar >>. Particulares había en Burgos, la de Sante (Oña), propiedad de Miguel Rebolleda; la de os Medrano, en Salas de los Infantes y las de Zazuar, Arauzo de Miel, y Hontoria del Pinar pertenecientes a los Mesa.
 
 Cabe también consignar aquí otro importante aspecto de la cuestión, como es el de la resina como generadora de riqueza en los pueblos productores. Resulta altamente interesante en este sentido, uno de los cuadernos salvado de los incendios que sufrió el Ayuntamiento, con las cuentas de la resina en Hontoria del Pinar, en el año 1.910. En la relación que en él se hace de los vecinos que recibieron productos de resinación en aquel año, se enumeran 187 en Hontoria, 63 de Aldea del Pinar, 71 de Navas del Pinar. Un total de 321, de las que recibieron cada uno la cantidad de 80 pesetas.
 
 PINOS.- No debe confundirse el pino silvestre o albar, que no se resina, con el pino pinaster o negral del que se saca viscosa joya (resina). De estos últimos existen en el norte y sur de la provincia de Burgos importantes manchas. La primera ordenación de los montes que llevó a cabo la Administración Forestal del Estado, se hizo en 1.909 comenzándose por Hontoria del Pinar, tal vez por haber sido esta población la primera en destilar la resina. Fue entonces cuando se pusieron Guardas Forestales del Estado y se hicieron las casas forestales en medio de los pinares para la vivienda de dichos vigilantes. Todavía puede verse alguna de ellas, en estado semirruinoso, como la de Pinilla de los Barruecos.
 
 RESINEROS .- Una vez que las fábricas de transformación de las resinas se fueron afirmando en las zonas pinariegas, surgió con fuerza una nueva clase laboral, los resineros y la actividad que éstos llevaban a cabo, la resinación. Puede decirse que la totalidad de los pueblos de la llamada tierra de pinares, tuvo algún resinero. El número de éstos, sin contar a los familiares, mujeres y niños que los ayudaban, dependía del volumen del monte de su término y de si éste tenía o no fábrica, particular o de La Unión. En 1.905, según un documento del negociado de pinares del Ayuntamiento de Hontoria del Pinar, lugar en el que se han llegado a resinar en una temporada hasta 220.000 kilos, había resineros que tenían asignada cada uno una media aproximada de 4.000 pinos. Este reparto estaba en función del trabajo que cada resinero creía que podía realizar y de las dificultades del terreno en que se hallaba el << corro >> o mata asignada.
 
 Según Eutimia Alonso << cogedora >> de resina para sus hermanos resineros en Hontoria del Pinar << siendo en laderas y buen terreno con otra cogedora, veníamos a recoger en un día alrededor de tres cubas de 180 kilos cada una. Las cubas las llenábamos con una lata de 18 kilos >>.
 
 Había años que eran de mejor cosecha que otros, explica Daniel Benito de la Rica, contable que fue de las fábricas desaparecidas de Arauzo de Miel y de Zazuar, << la buena o mala sudación de los pinos dependía del temporal. Si el invierno venía con mucha nieve, se hacía mas jugo y sudaba mas con la llegada del calor >>.
 
 En la penúltima época de los resineros, hace apenas 10 anos, se cobraba 60 pesetas por kilo recogido. Este bajo precio, teniendo en cuenta que de cada pino, se sacaba, dependiendo de sus distintas calidades, una media que no llegaba a los tres kilos, así como también las pésimas condiciones de los montes, llenos de maleza, y el señuelo de otros trabajos de menor esfuerzo y mayor remuneración, fueron algunos de los factores que influyeron para que ahora nadie quiera ser resinero. Dice Angel garcía, trabajador de la desaparecida fábrica de resinas de los Medrano, en Salas de los Infantes: << El mundo de los resineros es muy delicado. Los resineros eran muy mal pagados y peor considerados. Su trabajo era muy arrastrado y de un desgaste físico tremendo. Había que subir las cubas al monte, que pesaban entre 70 y 80 kilos, y después de llenarlas con pesadas latas, tirarlas rodando monte abajo. Hacia 1.970 los resineros eran ya muy mayores, no se renovaban y han ido desapareciendo. Nadie quiere serlo ya >>. No es esto lo que piensan sin embargo los empresarios del sector, quienes han manifestado su total disconformidad con la medida de la Junta de Castilla y León de llevarse a los pocos resineros –ahora bien pagados- que había para labores ajenas a las de su oficio.
 
 La Junta de Castilla y León, a través de Medio Ambiente, << ante la grave situación que afecta al sector de la resina en nuestro país, ha dado empleo a 300 resineros de Castilla y León para realizar trabajos selvícolas. Limpiar el monte, precisamente algo de lo que tanto se quejaron en su día los mismos resineros.
 
 RESINACION A MUERTE.- La recolección de la resina o miera, en los lugares donde todavía se realiza, se lleva a cabo entre los meses de abril a noviembre, empleándose el método de <>, en vez del que utilizaron, en un principio, los franceses que instalaron la primitiva fábrica de Hontoria, que era el de <>. Con este procedimiento, utilizado ahora sólo cuando se va a cortar el monte a matarrasa, el pino deja de producir secreción, a los pocos años, muriendo a continuación, mientras que con el de <> puede vivir cincuenta o más años.
 
 Comienza el proceso con la operación conocida como <>, que se hace con un aparato llamado <> y que consiste en quitar cortezas y roña. A continuación se coloca el <> o recipiente para la resina, y acto seguido, con la <>, se inicia la labor de <>. Será a partir de mediados de abril cuando dé comienzo la <> o recogida de la <>.
 
 Por un contrato de resinación de principios de siglo hecho en Hontoria del Pinar para los montes El Pinar y Costalago, podemos ver las diferentes tareas de este trabajo, así como la regulación a la que estaban sujetos los resineros. En el artículo primero puede leerse: <<> o parte blanca al efectuar el desrroñe y teniendo especial cuidado en que los potes o recipientes estén bien limpios al ser colocados, pues de lo contrario, se les impondrá la multa de cinco pesetas por primera vez; diez por la segunda y a la tercera serán desposeídos de su mata>>. Artículo segundo: <>. Artículo cuarto: <>. En el artículo quinto puede observarse cómo a los sufridos resineros contratados se les obliga a no faltar un solo día en el pinar,<< desde que comiencen las labores de resinación hasta que terminen>>, bajo amenazas de <> penalizaciones. También se deja ver el estricto celo en las medidas de <> en cada pino, que en el primero, segundo y tercer año, debe ser de 0.60 metros de alta por 0.11 o 0.15 metros de ancha. El artículo sexto habla de los precios que el Ayuntamiento había de abonar a los resineros, y que eran: 13 pesetas por labores de <> de cada 100 kilos de miera que se entregaba en fábrica, más otras 13 pesetas por cada una de las operaciones restantes. De esta manera, un resinero que hubiera hecho las operaciones de <>, <>, <>, y además entregara a fábrica los barriles llenos de miera neta, cobraba 78 pesetas por cada 100 kilos.
 
 En esta cantidad, según se lee en el leonino artículo octavo, se hacía un descuento si la miera era llevada con agua e impurezas, se imponían multas y se amenazaba además con desposeer de sus matas a los resineros infractores. Y siguiendo con las multas, en el artículo noveno se hace saber que también <>.
 
 Termina el clarificador contrato expresando la obligatoriedad de todo resinero, al terminar la campaña, de colocar boca abajo los potes limpios, al pie de cada pino<>.
 
 FABRICAS BURGALESAS: .- De las cinco fábricas resineras que hubo en la provincia de Burgos, solo una, la de Hontoria del Pinar, se mantiene en pie y en funcionamiento, aunque éste cada vez más restringido. La falta de resineros, la aparición de productos sintéticos y la importación de colofonia, de peor calidad, de países como Portugal y China, han ido firmando el acta de defunción de todas ellas, con la paradoja de que existe una gran demanda de colofonia y aguarrás nacional.
 
 Según Edmundo de Miguel, empresario resinero de San Leonardo de Yagüe, <>.
 
 La de Carlos Pascual Mesa, en Hontoria del Pinar, con su alta chimenea de ladrillo, de casi 40 metros de altura, dominando la población, se resiste a desaparecer, posiblemente porque posee montes propios en Segovia, Avila y Valladolid, y mantiene una producción de 300.000 kilos de colofonia por temporada. Además de la colofonia produce aguarrás, siendo estos dos productos los mas característicos salidos de las destilerías de resinas. Las instalaciones de esta fábrica fueron significativamente renovadas después de que, hacia 1.960, un rayo las destruyera parcialmente. En ellas puede verse aún los elementos que más las caracterizan y cuyo proceso, a los pies del muelle de recepción de la resina, explica Andrés Guzman, uno de los tres empleados que manejan la fábrica: <<> deonde se le pone a 100 o 110 grados, pasando a continuación a una decantadora donde se separa el agua y las impurezas. De la decantadora pasa al alambique donde se pone a 170 grados y después de destilar durante un tiempo, sale en forma de colofonia, la cual es envasada en sacos de 50 kilos y servida para hacer ceras depilatorias, neumáticos de coches, colas, barnices, betún, etc. En el mismo proceso de destilación de la resina y por conducto aparte, pasando por un serpentín, sale el aguarrás, que es conducido a los depósitos, que en esta fábrica, tienen una capacidad para 225.000 litros>>.
 
 El segoviano Lorenzo Galindo, jubilado de 80 años e hijo de resineros, llegó a Hontoria del Pinar en el año 1.935 para trabajar en esta fábrica. Fue fogonero <> y tambien cubero: <>. Y sigue recordando Lorenzo: <<>, exportando al extranjero>>. Por lo que respecta a la resinación moderna comenta que <>.
 
 FUEGO EN LAS FÁBRICAS.- Lorenzo Galindo recuerda emocionado la terrible visita de un rayo a la fábrica de Hontoria del Pinar: <>.
 
 La llama inoportuna de una vela acabó también con la fábrica de Miguel Rebolleda, en la granja-chale de Sante (Oña). De esta vieja factoría pueden verse todavía algunos restos de las instalaciones entre las que se encuentra el edificio de la destilería. En éste, un cartel anuncia nítidamente <>.
 
 Antes de que existiera la de Sante ya había en Oña, desde 1.908, otra fábrica perteneciente a La Unión Resinera Española (URE). Resultaba lógico pues, que existiendo dos fábricas resineras, hubiera también resineros de la zona. Estos se encontraban en los pueblos de Quintanaopio, Castellanos, Pino de Bureba. Sin embargo, debió haber un tiempo en que todos ellos no fueran suficientes, por lo que hubo que ir a buscarlos a otras zonas resineras. Cuenta en este sentido Jose Miguel Rebolleda, que trabajó en la de Sante, que <>. Un fuego acabo también, en 1.929, con una serrería que Estanislao Medrano tenía en Palacios de la Sierra, lo que llevó a este industrial a instalarse en Salas de los Infantes. En esta localidad montaron otra serrería y a continuación una fábrica de transformación de resinas, IPEM, en la que se produjo en primer término colofonia y aguarrás. A los pocos años establecieron una fábrica química con destilado de los productos del aguarrás; con ácido sulfúrico lograban productos como terpina, terpined, aceite de pino, aceite de to y aceite 22. Posteriormente y con un grupo francés sacaron adelante la fábrica llamada Pino Derivados, S.A., que fue desmontada hacia 1.972. En ella, con los residuos de la resina, cortezas, cascarillas, tiestos rotos, etc, todo mezclado, volvían a producir aguarrás y colofonia de la misma pureza.
 
 Los productos de Salas de los Infantes, según Angel García, empleado que fue de estas fábricas, <>.
 
 Nada queda ya de las fábricas de Aranda de Duero y Zazuar. La primera de ellas, que perteneció a la URE, cerró en 1.962, y la segunda, propiedad de Basilio Mesa, lo hizo hace cuarenta años. En 1.927 el fuego acabo también con la de Arauzo de Miel, que según su contable, Daniel Benito de la Rica, <>. Aún puede verse, entre la imagen sobrecogedora del edificio arruinado, el viejo alambique y otros depósitos. Rodearon a la de Arauzo manchas importantes de pinar, que dieron una producción resinera muy notable en los años cincuenta. Según Daniel Benito, <
 
 Autor: Elías Rubio.
 
 Redacción: Raúl Peñaranda Camarero.

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